manuscrito voynich

El manuscrito de Voynich, el origen de...

Wilfried Wojnich era un anticuario y librero polaco. En 1912 viajó a Italia y se detuvo en Frascati por el camino. La orden de los jesuitas quería restaurar la Villa Mondragone, pero como no disponían de mucho dinero, decidieron vender algunos de los libros antiguos que poseían. El anticuario se convirtió así en propietario de uno de los manuscritos más controvertidos jamás encontrados. Así comienza la historia del libro que hoy se conoce como el Manuscrito Voynich.

No se conocen ni el autor ni el título del manuscrito, pero lo que lo hace "misterioso" son los personajes y el lenguaje utilizados. Las letras son diferentes de cualquier alfabeto conocido, no está claro en qué idioma se escribió y muchos estudiosos creen que el texto está cifrado. A lo largo de los siglos, todos estos elementos han alimentado el mito del manuscrito, multiplicando las hipótesis y las interpretaciones.

Ante la aparente naturaleza contradictoria del manuscrito, se ha sugerido que tal vez podría tratarse de una broma o un engaño. Se cree incluso que el libro fue escrito hacia 1580 por el propio John Dee, mago, matemático y amante del esoterismo, junto con su socio Edward Kelly, que ya había sido juzgado en Inglaterra por falsificación de documentos. En resumen, puede haber sido una forma de engañar al emperador Rodolfo II.

En 2011, un equipo de investigación de la Universidad de Arizona pudo tomar pequeñas porciones del manuscrito de Voynich y someterlas al análisis del carbono 14, lo que dio como resultado una datación entre 1403 y 1438; sin embargo, no fue posible analizar la tinta, por lo que muchos estudiosos creen que estos resultados no son del todo fiables.

El manuscrito de Voynich, el origen de...
Extracto del libro

Intentos de descifrar el manuscrito Voynich

A lo largo de los siglos, y sobre todo en los últimos tiempos, los estudiosos han intentado descifrar su contenido. En la década de 1940, los criptógrafos Joseph Martin Feeley y Leonell C. Strong intentaron descifrar el texto utilizando técnicas de descifrado por sustitución, tratando de obtener los caracteres latinos del texto sin formato, pero el resultado fue un texto sin sentido.

El alfabeto presentado en el libro es único, con 19-28 letras probables reconocidas, sin conexión con alfabetos conocidos. La ausencia de tachaduras y errores ortográficos ha llevado a algunos estudiosos a especular que el texto fue escrito por varias personas y posiblemente en una lengua artificial (una especie de experimento filosófico), en la que cada palabra consta de un conjunto de letras o sílabas, en referencia a la división del ser en categorías.

Una de las lenguas artificiales más famosas del siglo XVII es la del inglés John Wilkins, que en 1641 publicó un tratado titulado "Mercury, or the Secret and Prompt Messenger".

Stephen Bax, profesor de lingüística de la Universidad de Bedfordshire, sugirió en 2014 que algunos nombres de plantas y la constelación de Tauro podían identificarse a partir de ilustraciones del texto. Por lo tanto, según Bax, el manuscrito no estaba cifrado, sino escrito en una lengua desaparecida de la región del Cáucaso.

Descodificación con inteligencia artificial

De todos los intentos de descodificación, el planteamiento propuesto por el profesor Greg Kondracke y su alumno Bradley Hauer en la Universidad de Alberta es sin duda uno de los más interesantes. En 2016, dos investigadores canadienses publicaron un artículo titulado "Decoding anagrammed texts written in an unknown language and writing", en el que explican el procedimiento que utilizaron para descifrar un manuscrito.

La hipótesis de su estudio es que el texto se codificó utilizando alfagramas, es decir, reordenando las letras de cada palabra en orden alfabético (por ejemplo, "casa" se convierte en "aacs").

Utilizaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, escrita en 380 lenguas diferentes, como ejercicio de entrenamiento, es decir, "enseñaron" a un algoritmo de inteligencia artificial a emparejar anagramas con palabras que existen en las lenguas modernas. A continuación, aplicaron este modelo al manuscrito y obtuvieron el resultado probable de que la lengua utilizada era en realidad el hebreo, ya que el 80% de las palabras corresponden a un diccionario en esa lengua.

Sin embargo, un intento de traducir el texto conduce a frases sin sentido e inconexas, como - "Dio referencias al cura, al casero, a mí y al pueblo".

Ante la imposibilidad de traducir el contenido, el profesor de la Universidad de Keele Gordon Rugg volvió a proponer en 2004 la teoría del fraude. Pero hay un problema con esta hipótesis: el manuscrito ya existía un siglo antes de que Kelly pudiera falsificarlo. Si realmente quería decir la broma, entonces en consecuencia el autor se divirtió demasiado con ella. Hasta ahora, el Voynich no se ha traducido y no se ha encontrado ninguna pista que permita interpretarlo. Además, la disposición de la carta no sigue las reglas que rigen la estructura semántica de las lenguas conocidas: muchas palabras se repiten, en algunos casos hasta tres veces en una línea y 15 veces en una página (por ejemplo, "ollcet, ollcetcius, ollcetcius...").

Por otra parte, también se respetan otras estructuras formales, como la escritura de izquierda a derecha, aunque sin signos de puntuación (algunos párrafos van, sin embargo, precedidos de un asterisco y asteriscos). El texto también se atiene a la llamada "Ley de Zipf", según la cual en las lenguas conocidas la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia. Quizá el mayor misterio del manuscrito sea el hecho de que parece haber sido escrito de una sola mano, con un trazo suave, sin ambigüedades, con letra uniforme y muy clara, prácticamente idéntica, sin un solo error: algo insólito en un manuscrito. ¿Se utilizó un sistema de modelos o matrices para delinear las letras y las palabras? Quizá este misterio no esté destinado a resolverse

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