Un día... Papá y yo, nos quedamos solos en casa...

Recuerdos de la infancia que se quedan con nosotros, para siempre...

Un día, papá y yo nos quedamos solos en casa. Mamá se fue a casa de la abuela durante dos semanas enteras y hubo libertad...
¡No laves los platos!
No es necesario cambiarse de ropa después de la calle.
Trenzar la trenza todas las mañanas - ¡no lo hagas!
Tocar a los perros y gatos de la calle está bien.
¡Ver el fútbol con Diego Maradona a las dos de la mañana es posible!
La anarquía duró una semana. Y entonces, el dinero se acabó. Todavía faltaban tres días para el día de pago.
Luego fuimos a un punto de recogida para dejar las botellas.

En el quiosco donde se llevaban los contenedores no se daba dinero, pero se podía coger algo de la mercancía. "¡Elige!" - Papá agitó la mano generosamente.
Ya sabía contar el dinero.
- Compremos nueve... o no, ¡eso hace diez botellas! - ¡de cerveza y limonada!
- ¿Tienes tanta sed o algo así? - Papá se rió.
- ¡Nooo! Es que cuando nos volvamos a quedar sin dinero, ¡habrá botellas para entregar después!
El padre se sonrojó.
Entonces se puso verde.
Me arrastró a casa y volvió dos horas después, cargado de bolsas de limonada, patatas fritas, barquillos de chocolate, caramelos, helados y otras cosas sin interés.

Estuve picando, probando un dulce tras otro y viendo el legendario partido Argentina-Inglaterra. Podía oír a mi padre murmurar: "Mientras esté vivo, me aseguraré de que no entregues más botellas...
Antes de encontrarme con mamá en el aeropuerto, papá y yo limpiamos juntos la casa. Y por primera vez en seis meses, papá me hizo una trenza. Sin embargo, accidentalmente enredó los botones de mi vestido en él.
Mi inteligente madre nunca juraba, pero cuando se cortaba los mechones de pelo atascados en los botones del vestido, no lo soportaba y juraba.
Y empezamos a vivir nuestra vida como antes: gachas para desayunar, limonada como recompensa, dibujos animados los fines de semana.

Así que el tiempo vuela... Papá...

Y en sólo dos semanas más, seré mayor que tú para siempre.
Tengo tus ojos y la esteticista está jurando, ¿te imaginas?
Y el amor por el té, no me gusta nada el café.
Y nunca aprendí a trenzarme el pelo, papá, pero ahora no lo necesito, soy un adulto, papá, tengo un corte de pelo.
Nunca me convertí en la mujer seria que mi madre veía en mí. Y Maradona resultó ser un drogadicto y un chulo, pero eso no importaba, ¿verdad, papá?
Algo más en la vida es importante, papá, algo más. Aún no lo sé, todavía estoy aprendiendo.
Estoy viviendo lentamente. No necesito nada.
Y en sólo dos semanas más, seré mayor que tú para siempre.
Es todo tan extraño, papà

Diana Azizova

Papá y yo
Papá y yo...
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