Un caballero caminaba por el desierto. Fue un largo viaje. En el camino perdió su caballo, su casco y su armadura. Lo único que le quedaba era su espada. El caballero tenía hambre y sed. De repente, vio un lago a lo lejos. Reunió todas las fuerzas que le quedaban y se acercó al agua.

Pero había un dragón de tres cabezas sentado junto al lago. El caballero desenvainó su espada y luchó contra la bestia con todas sus fuerzas. Luchó durante un día, un segundo día. Dos de las cabezas del dragón fueron cortadas. Al tercer día, el dragón cayó sin fuerzas. El agotado caballero cayó a su lado, incapaz ya de mantenerse en pie y sostener su espada.

Y entonces, con sus últimas fuerzas, el dragón preguntó:
- Caballero, ¿qué querías?
Quería beber agua.
- Entonces, ¿por qué no bebiste el agua y luchaste contra mí?